A mitad del primer set, Gael Monfils admitió la realidad. Superar a Rafael Nadal es muy difícil. El francés se involucró entonces en el espectáculo: golpes de torero, desafíos con la derecha a 190 kilómetros por hora, dejadas desganadas. Pero, sobre todo, aplausos y reverencias.
No hay más opción cuando juegas contra un Nadal que, a pesar de estrenarse en el Mutua Madrid Open, ya domina la tierra madrileña como domó las de Barcelona y Montecarlo. Sin oposición a la vista.
Una lección más que refleja la profesionalidad del tenista mallorquín. Su espíritu de sacrificio y superación para superar el par de lesiones que tuvo en los primeros meses del año para regresar a su mejor nivel en la temporada de tierra batida.
Juan Ramón Domínguez Palacios
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