Bea es empresaria pero también una experimentada cooperante con rodaje en varios países de América latina y África. Hace unos meses viajó a Etiopía junto con otros voluntarios para colaborar en la puesta en marcha de un Centro Médico en el distrito de Akaki Kaliti (Etiopía). Su experiencia como cooperante le ha ayudado a darse cuenta de cuáles son las cosas verdaderamente importantes en la vida y de que se necesita muy poco para vivir y ser feliz.
Me llamo Beatriz, trabajo en una fábrica como responsable de Recursos Humanos y de Asuntos Legales, y desde que empecé a colaborar en cooperación, hace 8 años, mi vida se ha hecho más fácil, aprecio más lo que tengo.
Hace años pensé crear una organización con la finalidad de que profesionales que, como yo, tuvieran poco tiempo disponible, pudieran contribuir en alguna labor de cooperación. Lo conseguí en 2003, con un proyecto de la Fundación Canfranc en Perú dedicado al microempleo y a la formación sanitaria materno infantil. En expediciones de un par de semanas, ayudamos a mujeres a poner en marcha pequeños negocios e impartimos formación sobre normas básicas de salud.
En 2006 me involucré más, incorporándome al Patronato de la Fundación, como responsable de Cooperación Internacional. Nuestro trabajo consiste en la búsqueda de financiación para realizar distintos proyectos que nos llegan desde los más diversos puntos del mundo. Quiero destacar que la sociedad española es bastante generosa. Tanto las entidades públicas y privadas como los propios ciudadanos son conscientes de que hay otras partes del mundo que, verdaderamente, necesitan
nuestra ayuda.
Centro de atención materno-infantil y a la tuberculosis
Un país en el que trabajamos es Etiopía. Allí hemos contribuido con ONGs
de otros países a construir un Centro Médico en el distrito de Akaki
Kaliti, un subdistrito pobre de la capital, Addis Abeba, con una
población de 45.000 habitantes sin ningún servicio de Salud. Nuestro
centro está enfocado a la atención materno-infantil y a la tuberculosis.
Como la construcción de este centro de salud en Etiopía “caló”, pusimos
en marcha a continuación otro proyecto que permitiera seguir cooperando y
ayudando a nuestro socio local, que es la Iglesia Católica en Etiopía.
Con 80 millones de habitantes solo el 0,7% es católico. La iglesia
Católica gestiona el 12% de los centros médicos de Etiopia y todos ellos
están encuadrados dentro del sistema sanitario público.
Ayuda a mujeres con SIDA
Uno de estos centros es el Counseling Center que atiende a personas con
SIDA; primero a las personas enfermas, con medicación y enseñándoles a
tomarla. Las asistentes sociales les visitan semanalmente. Se les ayuda
también a obtener dinero para el tratamiento. Atienden a las personas
enfermas hasta que son capaces de valerse. Si fallecen, un programa
especial se ocupa de los niños huérfanos hasta que son mayores de edad.
"Estuve asesorando a pequeñísimas
empresarias, todas mujeres con SIDA, en su actividad económica: vender
zapatos en la calle, vender platos cocinados… De repente, la realidad
empresarial en la que me desenvuelvo día a día cobraba un valor
infinito".
Tres médicos, dos intérpretes, siete jóvenes y yo misma, nos dispusimos
durante dos semanas a colaborar con ellos, dando formación al personal
sanitario y pintando el interior del edificio. Nuestros médicos ayudaron
a los enfermeros que atienden a diario a los pacientes de SIDA,
actualizando sus conocimientos; también ayudamos a las asistentes
sociales. El personal del centro se encontró con veinticuatro manos más
para contribuir a mejorar las condiciones de estos enfermos.
Por mi parte, estuve asesorando a pequeñísimas empresarias, todas
mujeres con SIDA, en su actividad económica: vender zapatos en la calle,
vender platos cocinados… De repente, la realidad empresarial en la que
me desenvuelvo día a día cobraba un valor infinito.
Otra línea de trabajo se dirige a jóvenes discapacitados. Nuestros
jóvenes voluntarios consiguieron que tanto los niños huérfanos, como los
niños discapacitados tuvieran quince días más entretenidos,
enseñándoles juegos y otras actividades.
Cuando lo corriente no es corriente
El trabajo de cooperante me ha simplificado la vida. Te encuentras a
gente que vive con nada, en chozas, descalzos, medio desnudos, también
los niños. En muchos de estos sitios, el transporte público no existe.
Olvídate de Internet. El agua corriente es poco corriente. Cuando hay
luz, no suele tener potencia ni para verte en el espejo.
"La iglesia Católica gestiona el
12% de los centros médicos de Etiopia y todos ellos están encuadrados
dentro del sistema sanitario público".
Y con todo lo que tienen encima, sonríen y agradecen cualquier ayuda.
Aprecian y agradecen los pequeños detalles de una forma que hemos
olvidado en Occidente. Contemplando cómo viven y se sobreponen a las
dificultades, me parece que mis problemas cotidianos son muy relativos.
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