De origen judío, madre de familia, política y desde el pasado domingo también beata de la Iglesia católica.
Hildegard Burjan nació a finales del siglo XIX, se convirtió al catolicismo, formó una familia y decidió dedicarse a la política sin esconder su fe. Fue diputada en el Parlamento austriaco y trabajó por los derechos de los más desfavorecidos.
Luchó contra el trabajo infantil y el hambre, creó una red de asistencia a las familias y fundó la Sociedad de las Hermanas de la Caritas socialis. Cuando se quedó embarazada, el médico le aconsejó que abortase para no poner en peligro su vida a lo que se negó en rotundo.
Hildegard Burjan nació a finales del siglo XIX, se convirtió al catolicismo, formó una familia y decidió dedicarse a la política sin esconder su fe. Fue diputada en el Parlamento austriaco y trabajó por los derechos de los más desfavorecidos.
Luchó contra el trabajo infantil y el hambre, creó una red de asistencia a las familias y fundó la Sociedad de las Hermanas de la Caritas socialis. Cuando se quedó embarazada, el médico le aconsejó que abortase para no poner en peligro su vida a lo que se negó en rotundo.
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