La niña del abrigo verde y el lazo rojo sale de casa a las 9 de la mañana y nada más abrir la puerta ensaya un gesto de contrariedad como una personita mayor.
─Jo, mamá, tengo frío.
Se acerca una gitana de su misma edad. Tiene churretes por todas partes, pero le luce bien la sonrisa cuando extiende la mano.
─Anda, dame algo, que yo cogí frío cuando me echaron el agua en la iglesia y no se me ha quitao todavía.ENRIQUE MONASTERIO
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