- Ciro, el que fue famoso rey, de los persas, entró a los doce anos de edad en la corte de su abuelo, Astyages, rey de los medos. Llegó a notar éste que el joven no permitía nunca que le pusiesen vino en la copa. Le sometió a interrogatorio.
El muchacho contestó: "temo que lo hayan envenenado; cuando el otro día estabas en un banquete con tus amigos, noté que un siervo os dio veneno".
-Pero, hombre. ¿cómo se te ocurre semejante idea?
-Vi -continuo el Joven Ciro- que todos cuantos habíais bebido. sentisteis paralizado vuestro cuerpo y vuestro espíritu; primero empezasteis a gritar fuerte sin ton ni son -cosa que se nos prohibe a los muchachos-, y de tal suerte gritabais que ninguno prestaba atención a lo que decía el otro. Después entonasteis una canción tonta y Jurabais que era el canto más hermoso. Cuando por fin os levantasteis para bailar, ni siquiera podíais teneros en pie, mucho menos bailar. No sabíais quiénes eráis: tú no sabías que fueras rey, y los demás no sabían que fueran súbditos...
Cfr. T. Tóth. ¡Sé sobrio!
No hay comentarios:
Publicar un comentario