Josemaría Escrivá tiene una facilidad prodigiosa para hacer amigos. Pero no es de esos hombres que confunden la amistad con la mera relación social, o con el trato de cortesía. No. Él sigue, atiende y cuida a sus amigos: les visita; les escribe; les invita a su casa; se interesa por su salud y por la marcha de sus trabajos; está al tanto de los sucesos alegres o tristes de su familia; saca tiempo de donde puede para ocuparse de su pequeña o grande necesidad; les hace un favor, si está en su mano; y, si llega la ocasión, da la cara por ellos. En dos palabras: sabe quererlos.
Pedro Cantero Cuadrado, que llegará a ser arzobispo de Zaragoza, es uno de esos tantos buenos amigos de nuestro Padre. Lo es desde el primer encuentro fortuito, en aquel viejo caserón de la calle de San Bernardo de Madrid, sede de la Universidad Central, en 1930. Allí, un día de septiembre, en el ajetreo de los exámenes se conocen los dos jóvenes sacerdotes. ?Enseguida -evoca Cantero- se estableció entre nosotros una corriente de confianza mutua. Nos dimos nuestras direcciones. Empezó así una amistad que duraría toda la vida (...). Era una amistad recta y estrecha.
El Padre fue entrando poco a poco en mi alma, haciendo un verdadero apostolado de sacerdote a sacerdote. Nunca olvidará Pedro Cantero aquel atardecer del 14 de agosto de 1931, cuando inesperadamente el Padre se presenta en su casa de Madrid. Hace un calor de bochorno y en el cielo de la ciudad aún parece flotar el humo de la violenta quema de iglesias y conventos. Pedro está decidido a dedicar el tiempo a su tesis doctoral. Ha disfrutado de unas vacaciones en Ginebra, donde ha recogido material para esa tesis. Al entrar nuestro Padre en su cuarto, le sorprende enfrascado en los libros. Pedro le cuenta el plan de su vida. Nuestro Padre le escucha. A continuación con palabras claras, incisivas y penetrantes, aunque empapadas de afecto y de amistad, le dice:
· Mira, Pedro... estás hecho un egoísta. No piensas más que en ti y en tus estudios. Y no tienes más que abrir los ojos, para ver como está la Iglesia hoy en España... y cómo está España misma. Son momentos difíciles, y tú y yo en lo que tenemos que pensar es en el servicio personal que podemos y que debemos prestar a la Iglesia... Tu tesis? Tus libros? Déjame que te diga que ahora lo que hay que hacer es ocuparse en las otras cosas... muy superiores.
A finales de ese mismo verano, Pedro Cantero decide poner entre paréntesis su opción intelectual y universitaria. Habla con Ángel Herrera Oria, y le dice que está a su disposición para trabajar con la recién fundada Asociación Católica de Propagandistas. El exigente consejo del Padre imprime un nuevo rumbo a su vida.
PILAR URBANO, EL HOMBRE DE VILLA TEVERE
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