La historia trata de un incendio en un circo de Dinamarca. El director del circo envió a la aldea vecina para pedir auxilio a un payaso, que ya estaba disfrazado para comenzar su actuación. El payaso pidió a los aldeanos que fuesen al circo para ayudar a extinguir el fuego, pero éstos pensaron que se trataba de un truco para que asistieran a la función, así que aplaudieron y felicitaron al payaso por tan buena actuación.
El payaso sentía más ganas de llorar que de reír... y no hubo manera de que los aldeanos le creyeran, hasta que por fin las llamas alcanzaron también la aldea.
Ya se ve que le payaso no era la persona más adecuada para esa tarea. La anécdota tiene muchas posibles aplicaciones. Yo me quedo con la responsabilidad apostólica que tenemos todos los cristianos por el hecho de serlo. Nosotros si que somos las personas adecuadas, por ser cristianos para llevar la verdad y el amor de Cristo al corazón de todos los hombres. Recordad que el próximo domingo es el Domund y que, en la actualidad, el mundo entero es tierra de misión.
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