lunes, 15 de noviembre de 2010

Aparecen nuevas evidencias que prueban el catolicismo de Shakespeare

    William Shakespeare es un enigma, o lo era. Tanto, que se llegó a dudar de su identidad o de que fuese el autor de sus obras. Quizá sea todo más sencillo: Shakespeare fue católico clandestino y el enigma lo creó él para sobrevivir en la Inglaterra de Isabel I, donde esta fe era penada con la muerte. 

    En el siglo XVII, lo dejó dicho un clérigo anglicano: He dyed as a Papist, o sea, que murió católico. Ya en vida lo habían acusado de lo mismo. Luego, muchos han dado credibilidad al rumor, a lo que ayudó la evidencia textual acumulada por el erudito del siglo XIX, Richard Simpson. Ya en 1808, Chateaubriand lo apuntaba, como Thomas Carlyle o John Henry Newman, que declaró antes de convertirse sobre Shakespeare: “Hay tan poco de protestante en él, que los católicos han podido, sin extravagancia, proclamarlo como uno de los suyos”. Chesterton lo vio claro, y Hilaire Belloc remachaba: “Sus obras habían sido escritas por un hombre con los hábitos mentales de un católico”.

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