Era una vez una carrera .... de ranas !
El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre.
Había en el lugar una multitud.
Mucha gente para animarlos y gritar por ellos.
El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre.
Había en el lugar una multitud.
Mucha gente para animarlos y gritar por ellos.
Comenzó la competencia.
Como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era
"Que pena !!! esos sapos no lo van a conseguir...no lo van a conseguir..."
Los sapitos comenzaron a desistir.
Pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima
La multitud continuaba gritando :
"... que pena !!! no lo vais a conseguir!..."
Los sapitos estaban dándose por vencidos
Salvo por aquel sapito que seguía y seguía tranquilo y ahora cada vez más con más fuerza.
Llegando el final de la competición todos desistieron, menos ese sapito
Que curiosamente en contra de todos, seguía.
Llegó a la cima con todo su esfuerzo.
Los otros querían saber que le había pasado.
Un sapito le fue a preguntar como había conseguido concluir la prueba.
Y descubrieron que era sordo.
No permitáis que personas con tendencia sistemática a ser negativos derrumben vuestras mejores y más sabias esperanzas! La negatividad que, con frecuencia, observamos a nuestro alrededor debe espolearnos a sacar de nuestro corazón lo mejor de nosotros mismos. Seremos también la esperanza de los que no la tienen. Esto adquiere su mayor dimensión cuando recordamos que somos hijos de Dios y que Él alienta nuestros afanes.
—¿A qué esperas?" (Surco 99)
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