martes, 9 de noviembre de 2010

EL EQUILIBRISTA

    En 1990 un famoso equilibrista tendió una cuerda en lo más alto de las torres gemelas de Nueva York con el fin de pasar caminando sobre ella. Antes dijo a la multitud expectante: -"Me subiré y cruzaré sobre la cuerda, pero necesito que ustedes crean en mí y tengan confianza en que lo voy a lograr"...

   - "Claro que sí" - , respondieron todos al mismo tiempo. Subió por el elevador y ayudándose de una vara de equilibrio comenzó a atravesar de un edificio a otro sobre la cuerda floja. Habiendo logrado la hazaña bajó y dijo a la multitud que le aplaudía emocionada: -"Ahora voy a pasar por segunda ocasión, pero sin la ayuda de la vara. Por tanto, más que antes, necesito su confianza y su fe en mí". El equilibrista subió por el elevador y luego comenzó a cruzar lentamente de un edificio hasta el otro. La gente estaba muda de asombro y aplaudía. 

   Entonces el equilibrista bajó y en medio de las ovaciones por tercera vez dijo: - "Ahora pasaré por última vez, pero será llevando una carretilla sobre la cuerda... Necesito, más que nunca, que crean y confíen en mí". La multitud guardaba un tenso silencio. Nadie se atrevía a creer que esto fuera posible... -"Basta que una sola persona confíe en mí y lo haré"-, afirmó el equilibrista. Entonces uno de los que estaba atrás gritó: -"Sí, sí, yo creo en ti; tú puedes. Yo confío en ti...".

   El equilibrista, para certificar su confianza, le retó: -"Si de veras confías en mí, vente conmigo y súbete a la carretilla...".

   Reflexionemos sobre la confianza que depositamos en los demás: familiares, amigos, conocidos. Pensemos en la confianza que tenemos en Dios: ¿Nos subimos a la carretilla que Él conduce? Recordemos las palabras de San Pablo: "Yo sé de quién me he fiado", y renovemos nuestra confianza en Dios.

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