viernes, 12 de noviembre de 2010

Pasó de toser cada 20 segundos a subir en Los Andes a 6.000 metros de altura

Os presento esta estupenda historia de superación.

· Patxi nació hace 35 años con la enfermedad del beso salado, la fibrosis quística · La intervención de doble trasplante pulmonar duró 12 horas y en ella tuvo que superar dos paradas cardiorespiratorias.

   La historia de Patxi Irigoyen es una de esas en las que la realidad supera con creces la ficción. La vida de este navarro de 35 años puede servir de espejo en el que mirarse a todas aquellas personas que dudan si creer que los retos nunca son imposibles. No obstante, ascender una montaña de 6.000 metros y hacer vida normal después de un doble trasplante de pulmón para superar una fibrosis quística es su gran aval.

Patxi nació hace 35 años con la enfermedad del beso salado, la fibrosis quística —afecta a uno de cada 4.000 nacimientos en España—, aunque no se la diagnosticaron hasta los nueve años. Una afección genética que afecta a órganos como pulmones o páncreas y que en Patxi se tradujo en una pérdida continuada de peso y un catarro tras otro. Su madre no paró hasta que en un hospital de Zaragoza dieron con su mal. “Me pusieron un tratamiento que me permitía jugar con mis amigos y hacer algo de deporte", comenta el navarro.

   Pasó la infancia privado de libertad de movimientos y su adolescencia cuidando al máximo sus esfuerzos. La medicación que tomaba era paliativa pero no curativa. Estudió Mecánica del Automóvil, pero sólo pudo trabajar durante tres años. A los 22 le concedieron la baja laboral y le dieron la incapacidad absoluta. “Por los esfuerzos me rompía alguna vena y tosía sangre. Me asustaba que me mirasen como si fuera un enfermo contagioso", relata Patxi, a quien su capacidad pulmonar le fue mermando hasta que “subir escaleras sin sofocarme era imposible. Tosía cada 20 segundos y era imposible llevar una vida normal. Llegué incluso a plantearme si levantarme al baño".

   La cosa iba de mal en peor y Patxi tuvo que buscar soluciones de emergencia. En sus revisiones periódicas ya le habían sugerido un doble trasplante pulmonar, pero el respeto que sentía por el quirófano le hizo aplazar este paso al frente. Pero llegó un momento, en el verano del 2000, que la situación era tan insostenible que la médico que llevaba su caso se plantó. "Tenía sólo el 20% de capacidad pulmonar. Le pedí que me dejara vivir mis últimos San Fermines y luego me operaría. Tenía mucho miedo porque conocía varios casos de personas que perdieron la vida en la operación y de otros que fallecieron incluso antes de operarse", relata. Pero él fue valiente y encontró el momento de demostrarlo. El 7 de enero de 2001 se operó en el Hospital La Fe de Valencia.

   “Quería cumplir el sueño de mi vida, respirar como una persona normal", apunta Patxi. La intervención duró 12 horas y en ella tuvo que superar dos paradas cardiorespiratorias. Pero las ganas de vivir del navarro hicieron que saliera hacia adelante. Fueron momentos duros que Irigoyen ha revivido una y otra vez, pues grabó toda la intervención: “Los primeros años vi la operación cada 7 de enero y se me saltaban las lágrimas". Y es que ese paso por el quirófano cambió la vida de Patxi. La recuperación no fue fácil —tomaba hasta 40 pastillas diarias—, pero su espíritu de luchador insaciable le permitió adaptarse a una nueva situación, para él idílica. Consiguió que le rebajaran el grado de incapacitación y poder volver a trabajar.

   Lo hizo primero como comercial de seguros y después creó junto a su amigo Íñigo Huarte la productora Brahma Pictures, con la que ha hecho varios trabajos relacionados con la discapacidad. “Me encanta ayudar a la gente y dar a conocer enfermedades como la mía", apunta Patxi. El navarro es un todoterreno enamorado de los deportes de riesgo. Ha cruzado el desierto en moto, corre maratones, hace bicicleta y snow y ha subido montañas de 6.000 metros de altura. Ha demostrado al mundo que no existen cotas inalcanzables.

 

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