Esta vieja historia, mejor o peor fundamentada, puede ser una imagen útil para entender lo que tantas veces sucede en la vida de las personas.
Un paisano, en el campo, se encuentra con el capullo de una mariposa. El hombre se sienta y observa pacientemente cómo aquel ser incipiente se esfuerza para que su cuerpo salga a través de una abertura pequeñísima. El tiempo pasa y aquel hombre duda.

Le parece que aquella criatura sola no puede avanzar más, que necesita ayuda. Al final se decide a intervenir a favor de aquel naciente insecto. Toma unas pequeñas tijeras y, con sumo cuidado, amplía un poco la abertura del capullo. Gracias a eso, la mariposa sale fácilmente.