Persigo tu alma entre estructuras
de edificios molidos por el viento.
Sondeo tus latidos en la tierra,
que enmudece a los pájaros dormidos.
Inquiero tu nombre entre mis rezos,
que no son sólo dolor y olvido.
Susurro a la noche el responso
por la esperanza que aún no he acogido
y cobijo al dictamen luminoso,
que se sabe, ¡al fin!, tan respondido.
¡Vive el alma! Y vive tan segura
que es el dolor quien queda compungido.
Ignacio Pagés
Ignacio Pagés