El 23 de enero de 1964 murió Benedetta Bienchi Porro. En el verano de 1963, cuando ya estaba paralizada, sorda y ciega, dictó a su madre una carta conmovedora para un joven desesperado llamado Natalino. Decía así:
Querido Natalino: en «Época» ha sido consignada una carta tuya. A través de las manos, mamá me la ha leído. Estoy sorda y ciega, y por eso puedes suponer que la cosa ha sido bastante difícil.
También yo, como tú, tengo veintiséis años, y estoy enferma desde hace tiempo. Una enfermedad me ha atrofiado cuando iba a terminar mis largos años de estudio: acababa medicina en Milán. Tenía una sordera de hacía tiempo que los médicos mismos no creían al principio. Yo tiraba hacia adelante sin pensarlo y ensimismada en mis estudios que amaba sobre todo. Tenía diecisiete años cuando estaba ya inscrita a la universidad.
Después, cuando estaba por terminar mis estudios, el mal me atacó completamente: ¡era justo el último examen! Mis estudios de medicina me han servido solo para diagnosticarme a mí misma, porque todavía (hasta ahora) ninguno había comprendido de qué se trataba. Hasta hace tres meses podía ver; ahora es de noche. Pero en medio de mi calvario no estoy desesperada. Yo sé que al final del camino me espera Jesús.