"Stultorum infinitus est numerus": el número de los tontos es infinito (Qo 1, 15)
Un señor de unos 70 años de edad viajaba en el tren, teniendo a su lado, como compañero de vagón, a un joven universitario que leía su libro de ciencias. El caballero, a su vez, leía un libro con la portada de color negro. El joven se percató de que aquel libro de pastas oscuras era la Biblia.
Sin mucha ceremonia, el muchacho interrumpió la lectura del anciano y le preguntó: "Señor, ¿usted todavía cree en ese libro lleno de fábulas y cuentos?" A lo que respondió su interlocutor: "Sí. Pero no es un libro de cuentos, es la Palabra de Dios. ¿Estoy equivocado?"