Un niño visitaba a sus abuelos en su finca.
Le habían dado un tirachinas para que jugara en el bosque. Él había escogido piedras y, por mucho que practicaba, nunca daba en el blanco. Al fin, desanimado y cansado, volvía hacia su casa para cenar, cuando se encontró en el camino al pato favorito de su abuela.
En un momento de impulso lanzó una piedra, y le dio directamente a la cabeza. El pato murio al instante. El niño se espantó y por el miedo que tenía, escondió el pato muerto debajo de un haz de madera. Entonces se dio cuenta de que su hermana Silvia lo había visto todo. Pero no dijo nada.