La mentira causa una tensión excesiva que se traduce en trastornos físicos.
Tensión, dolor de cabeza, irritación de garganta... Estas son solo algunas de las consecuencias de ser mentiroso, según el estudio que los psicólogos de la Universidad de Notre Dame han presentado en la 120 Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología.
Su experimento, basado en la experiencia de 110 participantes de entre 18 y
71 años divididos en dos grupos, estudia las diferencias entre aquellos
a los que se pide decir la verdad todo el tiempo y aquellos a los que
se anima a actuar con libertad.
Después
de diez semanas de vigilancia médica y de control con detector de
mentiras, los investigadores observaron diferencias significativas entre
el grupo de los sinceros y el de los mentirosos. La autora de la
investigación, Anita Kelly, señaló que los voluntarios que no mentían
"habían mejorado su salud de una forma significativa”.