Emilio Torres
Os invito a leer el testimonio de Emilio Torres en esta entrevista
Emilio, ¿por qué decidiste dedicarte a la música?
Desde niño escuchaba mucha música, de todo tipo, y me sorprendía el hecho de poder “crear” música. Cuando comencé a tocar la guitarra, componía cosas y las compartía con mis amigos, para que me dieran su visto bueno.
Poco antes de finalizar la preparatoria, como suele decirse “no encontraba mi lugar”, ya que es común pensar que la música, o las artes en general, no son una buena opción económicamente hablando y muchas personas mayores –con muy buena intención– me aconsejaban que dejara ese sueño y optara por una carrera “seria”.
"Me sorprendió que el sacerdote me preguntara también por el aspecto profesional, y más aún que me explicara que Dios se interesaba por cada momento de mi vida"
Así comencé a estudiar una ingeniería, pero yo seguía escribiendo, tocando, grabando, etc., hasta que me di cuenta que no quería hacer otra cosa: fuera arriesgado o no, quería dedicar mi vida a lo que amaba hacer. Y dejé la ingeniería.
Por esos días conocí a un
sacerdote de la Obra con el cual comencé a llevar
dirección espiritual; me sorprendió que me preguntara también por el aspecto profesional, y más aún que me explicara que Dios se interesaba por cada momento de mi vida y no sólo de si me portaba bien o mal.
Finalmente decidí irme a Guadalajara para estudiar en la Escuela de Música Sagrada, que goza de mucho prestigio.
Específicamente, ¿a qué te dedicas? ¿Cómo santificas tu trabajo como músico?
Actualmente doy clases de armonía y composición, tengo alrededor de setenta alumnos de piano y estudio órgano en el Templo de Santa María Goretti. También compongo obras para piano y obras de música sacra.
Como músico, pienso que no resulta muy difícil santificar mi trabajo, ya que “l
a música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo”. Trato de hacer que mis alumnos toquen lo mejor posible, no sólo dando notas al aire, sino expresando realmente la importancia que cada una tiene y tratar con ello de descifrar y revivir lo que el autor quiere decir y hacer de esa idea una idea propia. Y a veces, cuando algún alumno no quiere trabajar o resulta un poco pesado de trato, pues practico la paciencia, lo ofrezco y ya está (risas).
¿Es complicado vivir cristianamente en el ambiente de las bellas artes?
Es complejo en el sentido de que la expresión artística va íntimamente ligada a la filosofía, y en estos tiempos la filosofía que impera no es propiamente cristiana. Esto, aunado a los acontecimientos violentos que ahora vivimos en nuestro país, da pie a una tendencia pesimista.
"Del Opus Dei me atrajo que da razón de la fe, que no vive una fe basada en el sentimentalismo"
No existe, en muchos casos, esperanza cristiana –la confianza de que a pesar de todo estamos en las manos de Dios– y chocas con un ambiente que se expresa en paisajes tan oscuros que te colocan en un lugar aparentemente fuera de tiempo y contexto. Pero a la vez tratas con personas que están en contacto frecuente con su interior, con su sentir, y eso hace posible sostener un dialogo trascendente dentro de una conversación ordinaria.
Solemos pensar en la Música Sacra como un género clásico, ¿existe hoy creación musical de ese género?
Claro que existe, lo que pasa es que suele identificarse como Música Sacra solamente a las grandes obras, Mozart, Schubert o Palestrina, y el término en realidad abarca dos aspectos: la música litúrgica y la música de concierto. La Música Sacra que no cabe en las celebraciones eucarísticas debe ser considerada de concierto. Es un tema de sentido común, son tan largas y elaboradas que no son apropiadas para la celebración eucarística actual, y por eso casi siempre la escuchamos en las salas de música culta. Existen pues dos posibilidades: escribir música sacra para tocarse fuera de la celebración, y otra, escribir música apropiada para la celebración.
Compositores como Arvo Pärt (Estonia), Olivier Messiaen (Francia) –cuya música sacra es más bien de concierto– Valentino Miserachs (Italia), Licinio Refice (Italia), Miguel Bernal Jiménez (México), y Domingo Lobato (México) –creadores de música litúrgica– son algunos ejemplos de composición de Música Sacra actual.
¿Cómo conociste el Opus Dei?
Cuando llegué a Guadalajara traía anotada la dirección de un centro de la Obra que me había dado el
sacerdote que conocí en Chihuahua, un día decidí ir a conocer el centro, y me
topé con un grupo de universitarios que estaban comentando una película. Me gustó mucho el ambiente y así comencé a ir cada sábado.
¿Qué es lo que te atrajo de la Obra?
Lo que a la mayoría le atrae –creo yo–: que da razón de la fe, que no vive una fe basada en el sentimentalismo, y que todos, absolutamente todos los de la Obra que conocía, eran auténticamente felices.