Tarea difícil. Nínive era conocida como una ciudad sin ningún tipo de moralidad. Era uno de esos lugares donde se podía hacer absolutamente de todo. La gente extorsionaba a los demás, abusaba, mataba… El desorden sexual era inmenso y la ciudad, además, era enorme. Tres días hacían falta para recorrerla, dice la Escritura.
Jonás, el profeta, recibe entonces la misión de ir allí para predicar la conversión. Él se veía pequeño en una ciudad tan grande, honrado en medio de una población corrupta, creyente en una sociedad que odiaba a Dios… un enano predicando entre gigantes. Jonás tiene miedo de ir allá. No puede. No quiere.
Sufre, pero al final toma una decisión. Se encamina al puerto y compra pasaje para ir al lugar más lejano y opuesto a Nínive: la costa occidental del Mediterráneo, la actual Andalucía. Quiere huir de Dios y de su proyecto. En medio del viaje, una violenta tormenta azota al barco.