La expresión da para mucho. Abrazar el alma de nuestros amigos es acercarlos a Dios. Abrazar al que sufre es ayudarle y rezar por él. Abrazamos a Dios en la comunión, cada día. Abrazamos a nuestra Madre la Virgen, cuando le ofrecemos una pequeña lucha, como el niño pequeño que le regala una flor pocha, pero llena de cariño. Nos dejamos abrazar por Dios, dándole audiencia cada día en nuestra oración.
Jaime Sanz
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