Una pasajera del avión tiene su asiento al lado de un hombre de raza negra.
Sin pensarlo dos veces, solicita a la azafata que la cambie de sitio, porque “no puede sentarse junto a una persona tan desagradable”.
La auxiliar de vuelo comenta que el vuelo está muy lleno, pero que va a revisar si existe alguna plaza libre.
Los pasajeros observan la escena con indignación, mientras la señora se muestra feliz y hasta triunfadora: la van a quitar de ese sitio y ya no estará cerca de aquella persona…
Minutos más tarde regresa la azafata y le informa:
−El vuelo está lleno… pero, afortunadamente, hemos encontrado un asiento vacío en primera clase.
Para hacer este cambio he tenido que pedir la autorización del capitán. Él me subrayó que no podía obligarse a nadie a viajar al lado de una persona tan desagradable.
La “señora”, con rostro de satisfacción, intenta dejar su asiento, pero la azafata en ese momento se dirige al hombre de raza negra y le indica:
−Señor, ¿sería usted tan amable de acompañarme a su nuevo asiento?”
Todos los pasajeros se levantan y aplauden, llenos de satisfacción.
Como dirían ahora, un respetuoso zasca en toda la boca. Sin violencia, eso sí.
Alguien dirá que cosas como estas ya no pasan. Pero sí que pasan: sigue habiendo racismo. Y muchos otros tipos de discriminación, persecución, intolerancia o falta de respeto.
José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com.
José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com.
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