jueves, 9 de diciembre de 2010

“Sin fe no hubiera salido de la cama”

Opus Dei - Noelia Sanz
Noelia Sanz
   Noelia y Jesús Mª se conocieron en clase, en la Universidad. Los dos son supernumerarios del Opus Dei. Fueron novios durante tres años y decidieron casarse. Tenían claro que querían formar una familia. Su familia.


   Cuando a Noelia le preguntan cuántos hijos tiene, maneja dos tipos de respuestas: “cuatro” o “cinco: una de ellas, en el Cielo”. Pero Almudena, Álvaro, Blanca y Begoña responden siempre, invariablemente: “somos cinco: María está en el Cielo”. Son niños y, como tales, no tienen filtros.

    Noelia estaba en su quinto embarazo. Sabía que tenía que someterse a una cesárea. Y el bebé nació el 30 de mayo, pero no lloró. Uno de los médicos se lo acercó y le dijo que en sus rasgos se asomaba el síndrome de Down. El primer pensamiento de Noelia fue “bendito sea Dios”. Entendió que esa niña diminuta, que pesó sólo 2 kilos y 300 gramos podía hacer mucho bien en su familia. Ella, Jesús Mª y sus hijos conocen, tratan y quieren a Guillermo, un chaval de 28 años que padece también el mismo síndrome. Y Guillermo es la alegría de la casa.

    En ningún momento pensó que no podría sobrellevar la enfermedad de su hija; al contrario, estaba convencida de que Dios les daría la fuerza y que si Él había permitido que naciera así, sería por algo.

“Si me la has dado, no me la quites ahora”
   A las tres horas del nacimiento, les dijeron que padecía también una cardiopatía congénita, típica de los niños con síndrome de Down. Se la llevaron a la UCI pediátrica. Era necesario hacerle una intervención quirúrgica, pero debían esperar a que creciera un poco, unos dos o tres meses. Y aquí Noelia se vino abajo. “Si me la has dado, no me la quites ahora”, esa era su oración, una oración que alternaba con las lágrimas.

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