Aquí tenéis el testimonio de Montse Doval:
«No
pretendo convencer a nadie de las bondades de la educación diferenciada
−no soy experta en educación− pero tildar de segregacionista y sexista
una educación en la que se diferencian las distintas etapas de
desarrollo y las distintas necesidades de niños y niñas es una
manipulación grosera, embrutecedora y partidista»
Montse Doval, Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Vigo, escribe en su blog internetpolitica.com sobre su experiencia como ex alumna de un colegio de enseñanza diferenciada:
Hoy
es un día para hacer confidencias en voz alta, hoy voy a desvelar una
parte de mí que no había salido nunca a la luz pública. Esto es una
especie de outing que hago con una finalidad social: que todas
las mujeres que, como yo, han pasado por la educación sexista y
segregadora tengan el valor de mirarse al espejo y admitir: «sí, soy una privilegiada».
Desde
los 2 años hasta los 18 asistí a un colegio de sólo niñas. Nací en
1964, estuve allí desde 1966 hasta 1983. Mi segregación sexista
consistió en que en mi colegio, en donde estaba desde las 9 a las 13:30 y
de las 16:00 a las 18:00, sólo había profesoras y alumnas. Había un
cura, hombre, que andaba por allí haciendo lo que podía. El resto del
día lo combinaba con mis hermanos, cuatro niños y una niña. También
tenía padre y madre. También tenía amigos, desde muy pequeña, me
divertía más irme con los niños a andar en bici. O sea, que lo de
separar lo que en la vida está junto, no. Mi vida era mixta, mi colegio,
no.
En
España, en aquel momento, era muy habitual que hubiera colegios sólo
para niñas y sólo para niños. Ojo, pero no nos equivoquemos: también los
había mixtos, públicos y privados.
Bien,
transcurrieron muchos años en los que nunca fui consciente de ser una
persona extraña, segregada por mi sexo. Fui a la Universidad, estudié
Periodismo y acto seguido me puse a trabajar en varios puestos
irrelevantes y asquerosos, los típicos de una recién licenciada. Lo
mismo les pasaba a mis compañeros de promoción.
Luego,
me fui a EE.UU. Allí me enteré de algo que viene al caso para lo que
nos ocupa. Por supuesto, hay colegios segregadores y sexistas allí
también, pero la rareza es que hay Universidades sólo para mujeres
promovidas por las feministas. Me lo explicó una vecina que asistía a
una: la idea es que en un ámbito sólo de mujeres es fácil que los temas gender oriented se traten desde una perspectiva femenina sin la intrusión de los hombres.
Luego
volví a España y, para lo que nos ocupa, me ocurrió otra cosa
interesante. De 2003 hasta 2007, con interrupciones, estuve trabajando
en comunicación en dos proyectos de la iniciativa Equal de la Unión Europea.
El primero, estaba más orientado a favorecer la igualdad de
oportunidades en el mercado de trabajo para gente con minusvalía,
condiciones sociales o educativas inferiores, etc. El segundo, se
focalizaba en la diferencia entre hombres y mujeres. Para salvar la
diferencia, se pensó en cursos, seminarios y talleres destinados
exclusivamente a las mujeres, destinatarias exclusivas de las acciones
de nuestro proyecto. Incluso teníamos un portal de empleo online con ofertas sólo para mujeres.
El
patronato que regía el proyecto se había constituido con los tres
sindicatos mayoritarios en Galicia (UGT, CCOO y CIG) entre otras
entidades y lo presidieron alcaldes del BNG, PSOE y PP, ya que los tres
partidos estuvieron en la alcaldía de Vigo durante esos años. Ni uno
—todo lo contrario— pensó que hubiera ningún sexismo ni discriminación
al limitar a mujeres la acción formativa.
No
pretendo convencer a nadie de las bondades de la educación diferenciada
—no soy experta en educación— pero tildar de segregacionista y sexista
una educación en la que se diferencian las distintas etapas de
desarrollo y las distintas necesidades de niños y niñas es una
manipulación grosera, embrutecedora y partidista.
Miles
de mujeres educadas en ese sistema sexista y segregado somos
licenciadas universitarias, algunas incluso somos doctoras y profesoras
de Universidad. No necesitamos un periódico paternalista para protegernos de las segregaciones y los sexismos.
Montse Doval
internetpolitica.com / Almudí
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