Preguntado en qué se diferencian los sabios de los ignorantes, respondió: ""En lo que los vivos de los muertos"". Decía que ""el saber, en las prosperidades sirve de adorno, y en las adversidades de refugio. Que los padres que instruyen a sus hijos son preferibles a los que solamente los engendran, pues éstos les dan la vida, pero aquellos la vida feliz"".
A uno que se gloriaba de ser de ciudad grande, le dijo:" "No conviene atender a eso, sino a si uno es digno de una gran patria"". Preguntado qué cosa es el amigo, respondió: ""Un alma que habita en dos cuerpos"". Decía que ""unos hombres eran tan parcos como si fuesen eternos, y otros tan pródigos como si luego hubieran de morir"". (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres)
A uno que le preguntaba por qué con los hermosos conversamos más largo tiempo, le dijo: ""Esa pregunta es de ciego"". Preguntándosele qué ganancia finalmente le había dado la filosofía, respondió: ""Hacer espontáneamente lo que otros hacen por miedo de las leyes"". Preguntado asimismo de qué modo aprovechan los estudiantes, respondió: ""Siguiendo a los ágiles y no esperando a los perezosos"".
A un grande hablador, que después de haberlo mortificado con dicterios le preguntó si lo había molestado mucho, le respondió: ""Por Dios que no te estuve atento"". Objetándole que había dado limosna a un hombre malo (pues también se refiere así), respondió: ""No le he dado al hombre, sino a la humanidad"". Preguntado cómo debemos portarnos con los amigos, respondió: ""Como deseamos se porten ellos con nosotros"". (Diógenes Laercio, Vidas de filósofos ilustres)
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