Si alguna vez vas a Edimburgo escucharás la historia de Greyfriars
Bobby. Es una de las historias más conocidas de Edimburgo. Y es cierta. Bobby fue un perro que perteneció a un agente de policía llamado John
Gray.
Cuando John murió en 1858 Bobby se quedó junto a su tumba. No quería abandonar a su amo así que se pasó el resto de su vida
tumbado en la tumba en el cementerio de Greyfriars. El guarda del cementerio intentó echar a Bobby. Pero al final cedió. Le dio a Bobby un lugar para cobijarse cerca de la
tumba. La gente decía que a la una del mediodía siempre a la hora de comer
Bobby dejaba la tumba y se iba a una cafetería cercana.
Seguramente te preguntarás cómo sabía Bobby que era la una. ¡Los perros
no saben la hora! Pero cada día a la una se dispara un cañón desde el castillo de
Edimburgo. Y así es como Bobby sabía que era la hora de comer. Esta cafetería era donde solía ir con su amo. Así que le dieron una
comida cada día. La gente del lugar cuidó a Bobby durante catorce años hasta que murió. Pero en todo ese tiempo nunca abandonó la tumba de su dueño.
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