martes, 22 de marzo de 2022

El piloto millonario que salva vidas por el mundo: «Los ucranianos no quieren irse, suben al avión llorando»

 

Piñero y su avión
Es difícil presentar a Enrique Piñeyro porque hay mil formas de definirlo: piloto, médico, actor, gastrónomo (tiene la fórmula mágica para hacer huevos fritos sin que se rompan...), cineasta, investigador de accidentes aéreos, fundador de la ONG Solidaire y un largo etcétera. 

Pero él, con una humildad manifiesta, dice que nada de todo eso, que se define como: «Hincha de Boca».

Este genovés más argentino que italiano (llegó a Buenos Aires siendo un bebé) es millonario: «Está todo declarado», dice antes de que se le sigan haciendo preguntas. 

Piñeyro podría pasarse el año entero descubriendo islas paradisíacas, comiendo en los mejores restaurantes del mundo o haciendo lo que quisiera con una fortuna que heredó de su abuelo y que 

ha sabido gestionar. Pero él prefiere salvar vidas. Lo hace a través de su ONG (de esas que no piden un céntimo) y pilotando su avión, un Boeing 787. «No entiendo esta gente que usa jets, son incómodos y pequeños», argumenta este enemigo del lujo. «Tampoco entiendo por qué la gente tiene 40 autos cuando podrían tener dos o tres; lo mismo con las casas...», relata y entonces los documentales más vistos de Netflix se vuelven basura.

En su pedazo de aeronave, esas que se usan para cruzar el Atlántico, Piñeyro monta gente que huye de la miseria, de la guerra, de la esclavitud. Lo hizo con población de Mozambique, Madagascar, Níger y ahora Ucrania. Y cuando no puede rescatar gente, lleva ayuda. De hecho, en lo peor de la pandemia de Covid llevó oxígeno a la India, de la mano de Open Arms (con quien trabaja habitualmente) y la Fundación Vicente Ferrer. Fue cuando los hospitales y las morgues improvisadas de la India ocupaban las portadas porque entonces la gente, literalmente, se moría ahogada. También se ofreció a llevar vacunas a su país, Argentina, de forma totalmente gratuita, llevando el material en su avión. Todavía sigue esperando que el Gobierno de Alberto Fernández le responda...

Piñeyro le ha puesto rostro a muchas tragedias y sabe que el sufrimiento humano no tiene fronteras. Pero sí encuentra diferencias con los refugiados que ya se trajo de Ucrania, vía Varsovia, con respecto a los de otros países.

«Cuando salimos de Níger rescatando gente que había sido torturada y esclavizada recuerdo que en el avión solo se escuchaban cánticos. Pero acá (Ucrania) se ve una desesperación enorme, no quieren irse, suben al avión llorando. Es cierto que los escuché aplaudir por poder salir de ahí pero al final de cuentas lo están dejando todo, son familias desgarradas: se marchan mujeres, niños y ancianos, el resto de su gente se queda», narra Piñeyro mientras habla con ABC y prepara su tercer viaje a Polonia. Este comenzó el lunes, desde Buenos Aires, y terminará en Roma. Pero esta semana hará dos viajes más para llevar a más refugiados a Cagliari y Palermo. En total, calcula que habrán salido de la guerra unas 750 personas.

A Piñeyro no le gustan las medallas, dice que lo que hace «es bueno pero triste» y que los ucranianos «no lo van a pasar mejor». «El sufrimiento para ellos no termina, salir de ahí es solo poner un paño», lamenta. Piñeyro, que se niega de raíz a confesar su edad dice que no encuentra mejor manera de «pasárselo bomba» que ayudando, y que dentro de 20 años estará haciendo exactamente lo mismo. «Me apasiona pilotar; actuar y cocinar también pero como volar no hay nada,¡estás en tres dimensiones!».

abc.es

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