Llegaba una nube de mariposas de la otra orilla del rio.
En
aquel lugar, el Amazonas tenía una anchura de más de seis leguas y los
soldados miraban la nube, que parecía una enorme mancha solar flotando
en el aire.
Predominaban en ella dos colores: rojo y gris.
Volaban
ya fatigadas, según se podía ver, y Elvira y el paje Antoñico que
solían fijarse en aquellas cosas de la naturaleza se decían: "No
llegarán". Elvira repetía: "Seguro que no llegan".
Se
dolía de la suerte de aquellas lejanas mariposas que ponían en el aire
un inmenso reflejo flotante que hacía que las brisas cambiaran de color
Seguramente habían salido de la otra orilla empujadas por algún céfiro y contaban con llegar al otro lado, pero perdieron la brisa a la mitad del camino y no podían más.
Lope dijo: – Viven tan poco tiempo
que no llegan a tener experiencia verdadera de nada y no pueden
aprender lo que es la distancia entre dos orillas.
Otros seres tenían no sólo alguna inteligenncia sino experiencia también.
Pero no las mariposas que vivían tres o cuatro días.
En ese tiempo ¿qué podrían aprender?
La nube luminosa fue bajando y por fin, la mayor parte cayó en el agua.
Iban
las mariposas tan cerca unas de otras que el río, en un espacio de más
de mil quinientas varas, cambió de color y parecía que habían puesto
sobre él un tapiz de seda.
En aquél momento se
levantó otra vez la brisa y algunas mariposas, que no habían tocado aún
el agua, volvieron a elevarse pero carecían de fuerzas y fueron a caer
un poco más adelante.
Lope sonreía un poco dolido.
"Así son las personas –decía entre dientes–, se equivocan en problemas de altura y distancia".
Buena reflexión que nos ayuda a ponderar la importancia de la prudencia en la vida personal.
Buena reflexión que nos ayuda a ponderar la importancia de la prudencia en la vida personal.
SENDER, R. J. La aventura equinocial de Lope de Aguirre
Vicente Huerta Solá / Anecdonet
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