José Luis Olaizola, escritor, fundó con su mujer Marisa y sus hijos “Somos Uno”, una ONG para escolarizar a niñas tailandesas en peligro de exclusión. Colabora con Rasami, una mujer budista y el padre Alfonso de Juan, misionero jesuita.
Todo empezó cuando Rasami Krisanamis, profesora de español en la Universidad de Chulalongkorn, de Bangkok, solicitó permiso del escritor para traducir y editar algunos de sus libros en Tailandia, advirtiéndole que no podía pagarle derechos de autor ya que lo que obtuviera con su venta lo destinaba a actividades sin ánimo de lucro. Rasami es tailandesa de origen chino y pertenece al movimiento budista, Santi Asoke.
José Luis Olaizola, con una de las niñas becadas.
Por este motivo se creó una amistad entre Rasami y el escritor, de modo que son varios los libros que ha traducido y editado, y con el importe de las ventas han podido construir alguna escuela y hasta un pequeño pantano de regadío.
"Fue a través de Rasami como José Luis y Marisa conocieron al padre Alfonso de Juan, misionero jesuita"
Fue a través de Rasami como José Luis y Marisa conocieron al padre Alfonso de Juan, misionero jesuita. Rasami es una de sus principales colaboradoras, porque como ella dice “para hacer el bien no hace falta pertenecer al mismo credo”.
En la actualidad más de cien chicas estudian en la universidad.
Cuenta José Luis que “en mi primer viaje a Tailandia, conocí a una niña que tenía catorce años. Se llamaba Ama. Decidió incendiar el burdel en el que vivía retenida y cuando la policía le detuvo y le preguntó por qué lo había hecho, les contestó: “Sería feliz de morir abrasada” Una mujer había llevado a Ama a la ciudad, engañada, diciéndole que iba a encontrar un buen trabajo y allí la vendió. Cuando se negaba a prestar los servicios, la pegaban hasta que no podía andar; entonces fue cuando prendió fuego al burdel”.
"Dispone de una amplia red de colaboradores –maestros , médicos, enfermeras, etc.– que le ayudan a detectar a niñas que están en grave riesgo de ser vendidas para la prostitución"
Al regreso de Tailandia escribió un artículo en la revista Telva contando sus impresiones del viaje y pidió ayuda a los lectores para combatir esa lacra social. En el artículo incluyó una cuenta corriente para encauzar las ayudas. Al cabo de pocos días, el director de la sucursal bancaria le llamó y le dijo: ¿Qué está pasando, José Luis? Se habían recibido muchas transferencias bancarias de lectores del artículo. Este fue el inicio de la ONG Somos Uno, para apoyar a la organización que dirige el misionero jesuita Alfonso de Juan que lucha denodadamente contra la exclusión social de las niñas en Tailandia.
El padre Alfonso lleva cuarenta años en Tailandia luchando en los más diversos frentes, contra los poderosos que abusan de los más débiles –refugiados camboyanos, boat people de Vietnam…– y ahora la batalla la tiene centrada en la lacra de la prostitución infantil. Dispone de una amplia red de colaboradores –maestros , médicos, enfermeras, etc.– que le ayudan a detectar a niñas que están en grave riesgo de ser vendidas para la prostitución: niñas pobres, huérfanas o de familias desestructuradas.
El padre Alfonso lleva cuarenta años en Tailandia luchando en los más diversos frentes, contra los poderosos que abusan de los más débiles –refugiados camboyanos, boat people de Vietnam…– y ahora la batalla la tiene centrada en la lacra de la prostitución infantil. Dispone de una amplia red de colaboradores –maestros , médicos, enfermeras, etc.– que le ayudan a detectar a niñas que están en grave riesgo de ser vendidas para la prostitución: niñas pobres, huérfanas o de familias desestructuradas.
El presidente de la ONG y una de sus hijas con la fundadora del Fondo Somos Uno en Thailandia, Rasami.
El remedio está en facilitarles el acceso a la educación. Explica el padre Alfonso que “cuando conseguimos retener a esas niñas en su tierra, dándoles una educación útil, que les sirva para aprender un oficio, una profesión, el idioma, ya las hemos salvado de la prostitución porque pueden defenderse”.
"Gracias al apoyo de muchos donantes que se han identificado con esta causa, hemos podido escolarizar a más de mil niñas; y de ellas, más de cien han accedido a la universidad”
José Luis cuenta que “esto lo conseguimos mediante un sistema de becas de cien euros, que en Europa es una cantidad insignificante, pero que en Tailandia cubre todo un año de escolaridad , incluido vestuario, alimentación, material escolar y todo lo que precisa el ser humano para que no le obliguen a perder la dignidad”.
“En la actualidad, cuentan José Luis y Marisa, gracias al apoyo de muchos donantes que se han identificado con esta causa, hemos podido escolarizar a más de mil niñas; y de ellas, más de cien han accedido a la universidad”.
“En la actualidad, cuentan José Luis y Marisa, gracias al apoyo de muchos donantes que se han identificado con esta causa, hemos podido escolarizar a más de mil niñas; y de ellas, más de cien han accedido a la universidad”.
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