Cada sábado, voluntarias de la Universidad de los Andes alimentan el cuerpo y el alma de hombres, mujeres y niños de la comuna de San Ramón.
Dos voluntarias junto a una sonrisa bien alimentada.
Corría el año 2009 cuando elsacerdote Pablo Palma, párroco de la Iglesia Jesús Señor de la Vida de la Población La Bandera, se contactó con una alumna de pedagogía la Universidad de los Andes, quien hacía catequesis a niños del sector. ¿La razón? Pedirle ayuda para administrar el comedor abierto Padre Pío, que además de atender a adultos en situación de calle, lo hacía con mujeres, hombres y niños. No bastaba con preparar la comida: se necesitaban cabezas para ordenar su funcionamiento y corazones para entregar alegría y formar a los que allí recurrían.
Voluntarias en los preparativos
Desde ese entonces, sábado a sábado acuden alumnas de diversas carreras de la Universidad de los Andes, obra corporativa del Opus Dei, para asumir todo tipo de actividades: cocinar, servir almuerzos, lavar, conversar y acompañar a la gente. Además, las voluntarias entregan cuidados básicos de salud e higiene, primeros auxilios, manicure, peluquería, muda de ropa, juegos y recreación. Todo ello para paliar no sólo necesidades físicas pues el dolor y la soledad suelen ser los fantasmas más difíciles de enfrentar.
Los niños también fueron alegres partícipes de la Cena de Navidad.
Catalina Canales, una de las directoras de la fundación relata: “Al escucharlos, uno se da cuenta de que la mayor enfermedad de este siglo es la soledad, pero tener la oportunidad de hacer que esta soledad sea más llevadera es impagable”. Macarena Helfmann, también miembro del directorio y alumna de enfermería tuvo la oportunidad de preguntarle al Prelado del Opus Dei, en su visita a Chile durante este año, sobre el sentido del dolor. “Lo que más me llegó fue el mensaje de que a través de esta experiencia nos hacemos más parecidos a Cristo. La profundidad que le dio a la respuesta fue muy impactante porque ¿cómo uno, un simple mortal, puede a través del dolor acercarse a Cristo? Es increíble”.
Macarena Helfmann, directora de la fundación, le preguntó al Prelado sobre el sentido del dolor en su venida a Chile.
Alejandra Vila, directora de Vida Universitaria de la Universidad, entidad que apoya a la fundación, aclara el valor social del proyecto: “Las personas que se ven favorecidas con la ayuda de estas alumnas no sólo agradecen que les suplan sus necesidades básicas, sino también el que ellas se muestren igual a ellos. Siento que todos los proyectos sociales se complementan cuanto tu miras a tu prójimo como un igual, si lo miras hacia abajo o hacia arriba no se produce un cruce de comunicaciones de alma y pienso que las iniciativas sociales apelan al alma de las personas”.
Hace unos días, las voluntarias de la Fundación adornaron con pesebres y cintas el comedor Padre Pío. ¡Ya es tiempo de Navidad! Y en ella, volvieron a alimentar la sonrisa de los adultos, niños y ancianos que participaron en esta gran mesa.
Más información en www.alimentandounasonrisa.cl opusdei.es
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