Lo repite una y otra vez por la radio una voz la mar de persuasiva, que nos invita a soñar con aviones privados, yates de lujo y otras bagatelas que podríamos alcanzar sin esfuerzo si jugáramos un poco más a la lotería.
El anuncio es bueno, y el eslogan me convence, porque yo tengo sueños aún más caros: el Reino de los Cielos, la Vida Eterna, la Contemplación de la Belleza Increada, amar y saberse amado por el Amor de los amores, que nunca traiciona ni envejece.
Y una enorme biblioteca, y toda la música de Mozart, Bach, Beethoven... Y los pájaros; las aves del Cielo.
Tienes razón, amigo: no tenemos sueños baratos.
Enrique Monasterio
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