Los jóvenes de la antigua Atenas prestaban este juramento cuando cumplían los diecisiete años.
Nunca traeremos vergüenza sobre nuestra ciudad mediante actos de deshonestidad o cobardía.
Lucharemos por los ideales y las cosas sagradas de la ciudad, tanto individualmente como en grupo.
Reverenciaremos y obedeceremos las leyes de la ciudad, y haremos todo lo posible para alentar la reverencia y el respeto en quienes estén por encima de nosotros y sean propensos a soslayarlas o desobedecerlas.
Lucharemos sin cesar para agudizar el sentido del deber cívico en el pueblo.
De esta manera legaremos una ciudad aún más grande y esplendorosa que la que hemos recibido.
Wiliiam J. Bennett, El libro de las virtudes, p. 191
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