El 1 de febrero de 1944 se reunían en Londres los altos jefes militares
aliados bajo la presidencia del general IKE (Eisenhower) para preparar
la invasión de la Europa nazi. Tras largas deliberaciones, se escogió
el lugar adecuado para el desembarco: Normandía, y se preparó lo que,
en frase del mariscal Rommel, sería, tanto para los aliados como para
los alemanes, “el día más largo”
El ejército alemán había fortificado toda la costa. Pese a la
información y vigilancia de los alemanes, el desembarco aliado
constituyó una gran sorpresa. Las condiciones climatológicas por
aquellos días eran tan adversas para el desembarco que nadie podía
sospechar que aquel 6 de junio de 1944, a las tres y media de la
madrugada, pudiese comenzar la operación más grande de la historia
militar de todos los tiempos. El día D (decisión) había llegado.
Cruzando el Canal de la Mancha, la aviación aliada cubría materialmente
todo el cielo de Normandía. La operación de desembarco se apoyaba desde
las alturas por 3.500 bombarderos y 4.500 cazas, frente a los 400 con
que sólo contaban los alemanes.
Cayeron miles y miles de toneladas de bombas arrojadas por la aviación
aliada.
Entretanto, las aguas de Normandía se vieron cubiertas por el
despliegue fabuloso de las unidades navales: 7 acorazados, 27 cruceros,
167 destructores y más de 6.500
lanchas de desembarco. La infantería alemana, que defendía el terreno
palmo a palmo e hizo de cada mata de hierba una trinchera, no pudo
impedir el avance del ejército.
A la semana de la invasión, los aliados
habían logrado desembarcar 325.000 hombres, y mes y medio después eran
un millón y medio de
soldados los que penetraron en tierra alemana.
Ante tan fabuloso desembarco, un grave problema que se planteaba era el
terreno de las playas: ¿Resistiría la arena el peso de los carros
aliados? ¿se atascarían éstos? Esta cuestión era vital para el éxito de
la operación. Para ello , un grupo de comandos desembarcó durante la
noche en veinte playas diferentes para recoger muestras de arena.
Una
vez analizada ésta, se buscaron, a lo largo de las costas inglesas, las
playas que tuvieran una arena semejante a aquéllas en las que se habría
de realizar el desembarco. Estas zonas, declaradas
secretas, iban a ser el campo de batalla donde se entrenaran las tropas
de invasión.
He aquí cómo la gran operación del “día más largo”, la más abultada
operación militar de todos los tiempos, se pudo llevar a cabo después
de dar una importancia especialísima a una cosa pequeña: el tipo de
arena de la playa de desembarco.
Anecdonet
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