En una ocasíón cenaba, Bernard Shaw, con dos amigos, un cirujano y un abogado.
El abogado quiso probar la admirable capacidad creativa del escritor, y lo retó:
-A que sí. Veras: Un cirujano abrió a un enfermo. No le encontró ningún órgano danado, pero para justificar la operación, le extirpó la conciencia. Así le pudo cobrar sin remordimiento. El enfermo sanó, pagó al cirujano y, ya sin conciencia, se hizo abogado y ganó mucho dinero.
anecdonet.com
Juan Ramón Domínguez Palacios
http://anecdotasypoesias.blogspot.com.es
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