Un aguador tenía dos grandes cántaros, cada uno colgaba del extremo de un palo que llevaba a través del cuello. Uno de los cántaros estaba roto y perdía agua. El otro estaba entero y siempre entregaba toda el agua que contenía. En cambio, al final de una larga caminata desde el arroyo a la casa del patrón, el cántaro roto llegaba solamente medio lleno. Durante dos años enteros ocurrió esto: el aguador entregaba solamente una vasija y media de agua al patrón de la casa.
De hecho, el cántaro perfecto estaba orgulloso de sus logros, pues..., no perdía el agua por el camino como el cántaro roto. Pero la pobre vasija rota estaba avergonzada de su propia imperfección, ya que solo era capaz de servir la mitad de su capacidad.
Después de dos años de entregar el agua defectuosamente, habló al aguador un día en el arroyo.
- "Estoy avergonzado, y quiero disculparme”.
- "¿Por qué?", preguntó el aguador, "¿De qué estas avergonzado?"
El cántaro le respondió:
- "Solo he sido capaz, en este tiempo, de entregar la mitad de mi carga. El corte en mi costado ha hecho que el agua se pierda a lo largo del camino de regreso a casa.
El aguador se sintió triste por el viejo cántaro roto, y, compasivo, le dijo:
- "De vuelta a casa, quiero que te fijes en el camino y descubras las flores hermosas que lo bordean...,"
Efectivamente, a medida que fueron pasando por el monte, el viejo cántaro desportillado contempló el sol calentando las hermosas flores silvestres al lado del sendero, y esto le alegró algo. Pero al final de la senda, aún se sintió mal porque el agua seguía saliéndose, y se perdía la mitad de su carga, y de nuevo se disculpó ante el aguador por su fallo. Éste dijo a la vasija:
- "¿No te has dado cuenta de que había flores solamente en un lado del camino, pero no en el lado por donde pasa el cántaro entero? Eso es porque yo he sabido siempre que perdías agua, y saqué provecho de ello. He plantado semillas de flores en tu lado del camino, y cada día, mientras caminábamos de regreso, tu las has regado. Durante dos años he estado recogiendo estas hermosas flores para decorar la mesa de mi patrón. Si no hubiese sido así, él no hubiera tenido estas flores tan bonitas para decorar su casa."
Cada uno de nosotros tiene sus propios fallos. Todos somos cántaros desportillados. Hemos de aceptarnos como somos. Reconocer nuestras limitaciones es camino seguro de humildad, fundamento de las demás virtudes. Además, el Señor cuenta con nuestros defectos, es más, cuenta con ellos, siempre que luchemos por vencerlos, para hacernos más humanos y más cristianos. El conocimiento propio ayuda, además, a ser comprensivos y misericordiosos con el prójimo y a tratar de ver las cosas buenas que tienen los demás, a pesar de los defectos que se aprecian en ellos.
esta fabula me gusta mucho, creo además que todos somos valiosos a los ojos de Dios y la variedad de habilidades hace que nuestro entorno sea fructífero, se imaginan si todas las flores, arboles, las personas en general fueran todas feas, irremediablemente estaría solo en este mundo, en fin todas las cosas fueran iguales, pues....creo que seria bien aburrido,
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