Un
tipo sobrio, tranquilo, que desborda tanto sentido común, humanidad e
ingenio… Le escucho o le leo, porque echo de menos líderes que hablen
así
Debo
confesar que no he visto ningún partido completo de la selección ni
ningún resumen de goles o jugadas, que no he leído ninguna crónica de
ningún tipo y, mucho menos, ninguna entrevista a ningún jugador.
Sin
embargo, leo, escucho y veo todas las entrevistas a Vicente del Bosque
que caen al alcance de mis ojos o de mis oídos. No puedo evitarlo. Me
parece un maestro de la gestión y de la comunicación. Un tipo sobrio,
tranquilo: desborda tanto sentido común, humanidad e ingenio, que sus
entrevistadores siempre parecen pequeñitos, meros aficionados.
Habla con humildad y autoridad (cito de memoria): «Comprendo
que digan esto o aquello, además tienen algo de razón, pero los que
disponemos de toda la información sobre los jugadores somos nosotros».
Si le preguntan por un defensa que hizo un partidazo, elude el halago
directo y alaba toda la labor defensiva hasta que, al final, incluye
como uno más al destacado. Respeta al contrincante sin dejar de decir: «El seleccionador, con muy buen criterio, se reforzó frente a nuestra banda derecha, sí, aunque por ahí vino el gol». Me sorprendió, por eso, un comentario sobre Ronaldo, en el que aseguraba que en el Mundial le habíamos marcado muy bien, con ayudas, y «terminó desencajado».
Pensé que se le había ido la lengua, pero no, repitió expresiones
parecidas en otras entrevistas. Lo decía por algo, respondía a un plan.
Y… volvieron a desencajarlo.
Le
escucho o le leo, porque echo de menos líderes que hablen así. Cuando
del Bosque explica o resume un partido, uno se reconoce en la
explicación o resumen, errores incluidos. Y encima, gana. Quizá gana precisamente por eso.
Paco Sánchez
Vagón Bar / Almudí
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