sábado, 7 de julio de 2012

Pablo, el luchador que se cartea con el Papa

   Tras 17 años de batallar contra la enfermedad, Pablo García Deza es un ejemplo de superación y un ser feliz pese al dolor. Ahora cuenta sus vivencias en ‘Panambi Reta’, un libro escrito junto con su madre Pablo García Deza es un héroe anónimo de los que no salen en los periódicos. Pero en este sí. 

   Lleva 17 años librando una batalla contra la enfermedad con una valentía inimaginable en un chico de su edad. En Panambi Reta se refleja cómo ha respondido a uno de los grandes retos de la humanidad: ser feliz en medio del dolor. El amor ha sido en Pablo más fuerte que el cáncer. Ni tumores cerebrales, ni asma, ni dolencias neuronales, ni más de 100 ingresos hospitalarios le han impedido llegar a ser cinturón negro de artes marciales, un excelente estudiante y un auténtico luchador. 


   Entre sus logros, haberse carteado con el Papa. Cuando estuvo en la JMJ, le preguntó: “¿Por qué Dios, que es tan misericordioso, permite que pasen cosas malas a gente inocente?”. Benedicto XVI le envió una respuesta de cuatro folios. “Me dijo que hay inocentes que sufren, pero que luego alcanzan su meta, que es estar en el Cielo. Y que siga siendo yo, que lo estoy haciendo bien, que no me canse de seguir el camino que estoy trazando ”, cuenta . “Ahora sé que no es mi pregunta sino la de muchos, que debo seguir luchando, encontrando la felicidad en la de los que me rodean, en lugar de buscarla sólo para mí”, añade.

   Este momento es uno de los que recoge en el libro que ha escrito con su madre, Panambi Reta, cuyos beneficios ayudarán a investigar los tumores cerebrales pediátricos. Y es que Mónica, directiva de una multinacional, es una auténtica madre coraje, que intenta normalizar la enfermedad en el día a día de la familia.

   Como Gervasio Posadas recoge en el epílogo, Pablo puede pasar la tarde vomitando por la quimio, pero aun así, es capaz de gastar una broma. Una vez un compañero le tomaba el pelo porque había sacado un 8 y él sólo un 5. Y Pablo le dijo: “Ya, pero yo lo he conseguido sólo con medio cerebro”.
Pablo nos da una lección a todos: “Soy afortunado. Soy una persona feliz, vivo la vida intensamente. Hay muchas cosas que me animan a abrir los ojos cada día y sonreír cuando el sol me da en la cara”.

LA GACETA

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