Al cabo de un rato el dueño de la casa grita flojito:
- Cariño, ¿Podrías preparar un cafelito?
- Enseguida amor...
La mujer trae el café al cabo de un rato. Él se da cuenta de que falta el azúcar:
- Cielo ¿te importaría traer el azúcar?
- Claro que no, cariño. Qué despiste....
El visitante se halla conmovido por la complicidad, la compenetración de los esposos.
Y lo comenta con su amigo:
- Qué maravilla, después de tantos años juntos, lo bien que os entendéis.
El marido responde:
- Si quieres que te sea sincero hace casi tres años que no me acuerdo de su nombre...
Muy bueno, pero no hay como la vida juntos para que crezca la comprensión, complicidad entre un matrimonio. Un abrazo
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