“Ésta es una historia sencilla, pero no es fácil de contar. Como en una fábula, hay dolor, y, como una fábula, está llena de maravillas y de felicidad”. Así comienza la película La vida es bella, y así arranca esta historia de héroes anónimos: los niños hospitalizados en la planta de Oncología del Hospital Infantil de Jaén, sus familias, el personal sanitario y los miembros de la Asociación Pídeme la Luna.
Pídeme la Luna desarrolla un programa de actividades
extra-hospitalarias para niños enfermos de cáncer que pasan ingresados
estancias muy largas. Rocío, Conchi, Pepa, María Ángeles, Marisol y
muchas más personas no dudan en poner todo el ingenio de su corazón con
tal de arrancarles una sonrisa.
La idea partió de Marisol Escribano, enfermera, supernumeraria del Opus Dei: “Una vez escuché a San Josemaría decir que el trabajo de una enfermera tenía que trascender mucho más, porque en el enfermo teníamos al mismísimo Cristo. Aquello me impresionó tanto que me dije: Tengo en las manos un tesoro.”
Pídeme la Luna desarrolla un
programa de actividades extra-hospitalarias para niños enfermos de
cáncer que pasan ingresados estancias muy largas.
El sueño de Adrián era conocer a Leo Messi; el de María, nadar entre delfines; y así otros tantos: torear una vaquilla, navegar el 16 de julio junto a la Virgen del Carmen en la procesión por el mar, ir al Biopark de Valencia”… Satisfacer sus pequeños-grandes deseos es toda una terapia. “No hay nada más necesario que lo superfluo”, decía el narrador en otro momento de la película de Roberto Benigni.
“Aparte de la enfermería hacemos una labor muy humana con los niños, con sus familiares –explica Rocío, enfermera–. Intentamos por todos los medios que se sientan, entre comillas, como en casa. Darles todo lo que se les puede dar en función de su estado de salud. A la larga te das cuenta de que con estos mínimos detalles los niños son felices”.
El sueño de Adrián era conocer a Leo Messi; el de María, nadar entre delfines; y así otros tantos...
Padres, enfermeros, profesores se unen para hacer más llevadera la enfermedad de los pequeños. Salen al cine, al teatro, les invitan a la radio, celebran cumpleaños, etc. Y así, la dureza de la enfermedad se aligera. Luis y María Luisa, padres de Jesús, lo corroboran: “Pídeme la Luna es un respiro, una inyección de alegría. Son un equipo humano con una calidad estupenda”. “Hacen que nos juntemos todos, las mamás y los niños que han estado y todavía están malitos; entre todos somos como una familia grande”, dice Ana, madre de Anabel.
Telma y Paqui, madres, afirman que son super-enfermeras y super-médicos, pero Ángel Pablo, el vicepresidente, insiste en que “es una asociación humilde, formada por poquitas personas, pero grande, en cuanto a su vocación de servicio”. Y Pepa, la secretaría, “que lo único extraordinario son nuestros grandes héroes: los niños, sus padres y su hermanos”.
Luis y María Luisa, padres de
Jesús, lo corroboran: “Pídeme la Luna es un respiro, una inyección de
alegría. Son un equipo humano con una calidad estupenda”.
En Ahora o nunca, película que narra las peripecias de dos enfermos de cáncer que deciden cumplir la lista de sus deseos, Carter (Morgan Freeman) le dice a Edward (Jack Nicholson): “A los egipcios al llegar a las puertas de su "cielo", tras la muerte, les hacían dos preguntas para permitirles o no el paso... La primera era: ¿Has conseguido ser feliz?... y la segunda y más importante: ¿Has proporcionado felicidad a los demás?”... Esto hacen cada día en la asociación Pídeme la Luna. Y no sólo la dan. También la reciben.
opusdei.es
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