miércoles, 20 de enero de 2010

Desde Barcelona a Bombay


Jaume Sanllorente era periodista económico. Llevaba una vida cómoda, sin demasiadas preocupaciones. Cuando llegaron las vacaciones, decidió ir a una agencia de viajes. Su idea era marcharse a Turquía. Desde la agencia le recomendaron Bombay, y decidió probar. Lo que iban a ser unos simples días de vacaciones, acabaron por cambiarle la vida.

“Cuando llegué a Bombay, pude ver desde el taxi una zona de chabolas enorme. Y pensé que, como periodista, no podía marcharme de allí sin haber conocido aquello”. Lo que vio en esa zona le impactó profundamente. Montones de personas que vivían en la pobreza más absoluta, despreciados por el resto de la sociedad, faltos de higiene, de comida y sin posibilidad de ser curados de las enfermedades que padecían muchos de ellos.

Allí conoció la historia de un orfanato con cuarenta niños. “Una vez más, mi conciencia de periodista me hizo pensar que no podía irme de allí sin escribir una historia para darla a conocer”. Gracias a eso supo que el orfanato estaba a punto de irse a la quiebra, y que todos aquellos niños se quedarían sin tener a dónde ir. “Entonces me pregunté qué sería de todos ellos. Y me lo explicaron. Puede sonar inverosímil, pero fuera del orfanato había una furgoneta negra, esperando para llevarse a los niños en cuanto el orfanato quebrara. Eran de una mafia que quería llevárselos para explotarlos en la mendicidad y en toda clase de cosas horribles”.

Jaume no se lo pensó dos veces. Dejó su trabajo, vendió su piso y se volvió a Bombay para quedarse. “La gente me decía que estaba loco, que aquello era un ‘calentón’ que me había dado, y que con el tiempo se me pasaría. Yo estaba seguro de que, efectivamente, aquello se me podía pasar con el tiempo. Pero también pensaba en lo que les pasaría a esos niños”.

Con el dinero que obtuvo por su piso, rescató al orfanato de la quiebra, y fundó la ONG: “Sonrisas de Bombay”. Lleva allí cinco años. Empezó con cuarenta niños, y ahora son más de cinco mil los beneficiados.

¿Es duro estar allí? “Obviamente uno tiene sus momentos difíciles… La gente me pregunta si nunca he pensado en volver. Puede sonar exagerado, pero en todo este tiempo no he tenido ni un minuto para pensar. Hay demasiadas cosas que hacer”. Y para acabar, da un consejo a los jóvenes: “Que no hagan problemas de dónde no los hay. La mayoría de los problemas que tenemos nos los hemos fabricado nosotros mismos”.

Ver aquí: Sonrisas de Bombay

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