Un día Marcos iba caminando de regreso de la escuela y se dirigía a su casa. Al poco rato de caminar se dio cuenta de que el chico que iba delante de él había tropezado, se le habían caído unos libros y una pequeña grabadora que llevaba cargando.
Marcos se acercó y le ayudó a pararse y a recoger las cosas que habían caído. Como iban en la misma dirección, Marcos le ayudó a llevar parte de sus cosas.
Mientras caminaban, Marcos se enteró que aquél chico se llamaba Antonio y que le gustaban los videojuegos y el fútbol, y le contó que tenía muchos problemas. Problemas en la escuela por bajas calificaciones, problemas con sus padres en casa y, para rematar, había roto con su novia.
Llegaron primero a la casa de Antonio y Marcos fue invitado a pasar y tomar un refresco mientras veían la televisión. Pasaron la tarde muy a gusto entre bromas y conversaciones.
Después, Marcos se fue a su casa. Continuaron viéndose en la escuela, almorzaban juntos dos o tres veces a la semana, y se graduaron de la secundaria. Más adelante, coincidieron en el mismo Instituto, para estudiar 2º de bachillerato,donde siguieron teniendo contacto, aunque en forma más esporádica.
Finalmente, llegó el momento tan esperado de terminar el curso y tres semanas antes de la selectividad, Antonio le preguntó a Marcos si podían hablar. Antonio le recordó el día en que se conocieron años atrás.
- "¿Alguna vez te has preguntado por qué iba cargando tantas cosas el día en que nos conocimos? ". Le preguntó Antonio.
- Verás, yo había limpiado mi cajonera porque no quería dejar ninguna tarea para nadie más. Había tomado a escondidas las pastillas para dormir de mi madre e iba camino a casa decidido a quitarme la vida. Pero después de haber pasado la tarde juntos, me hiciste reflexionar y empecé a comprender la insensatez de mi planteamiento.
Como puedes ver, Marcos, al ayudarme a recoger aquéllos libros y tratarme con afecto hiciste mucho más, salvaste mi vida.
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