domingo, 30 de mayo de 2010

SAN AGUSTÍN Y EL NIÑO

          Se cuenta de San Agustín (354-430 d.C.) que estaba dando vueltas a su mente intentando comprender el misterio de la Santísima Trinidad. Una mañana, cuando paseaba por la playa, se acercó a un muchacho que tomaba agua del mar con una concha y la llevaba a un hoyo que había hecho en la arena.

          San Agustín le preguntó: ¿Qué haces?

          Y respondió el muchacho: «Quiero trasladar toda el agua del mar a este agujero».

          El santo le contestó: Pero, muchacho, ¿no ves que esto es imposible?

          A lo que respondió el niño: «Antes sucederá que yo traslade toda el agua del mar a este agujero, que tú consigas penetrar con tu mente el misterio de la Santísima Trinidad.

       En la fiesta de hoy contemplamos el corazón de Dios. El Señor nos revela el misterio insondable de su vida íntima: el corazón de Dios es familia, Trinidad de Personas divinas, que constituyen un solo Dios. Y, por la gracia, nos hace participar de su vida íntima: el corazón del cristiano es morada donde habita el Dios Uno y Trino. Somos templos de Dios. En este contexto entendemos el reproche de San Pablo a los primeros cristianos: ¿Por qué tenéis miedo? Si Dios está con nosotros, ¿Quién contra nosotros?. Os invito a leer mis reflexiones para la fiesta de hoy. LEER AQUÍ

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