martes, 2 de agosto de 2011

ALEGRÍA CRISTIANA

   Les dijo el ángel: no temáis, os traigo una gran alegría, que es para todo el pueblo: pues os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor (Lc 2, 10-11).

   Dice el Papa Juan Pablo II: «La alegría cristiana es una realidad que no se describe fácilmente, porque es espiritual y también forma parte del misterio. Quien verdaderamente cree que Jesús es el Verbo Encarnado, el Redentor del hombre, no puede menos de experimentar en lo íntimo un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz, abandono, resignación, gozo... ¡No apaguéis esta alegría que nace de la fe en Cristo crucificado y resucitado! ¡Testimoniad esa alegría! ¡Habituaos a gozar de esta alegría!»

  Como se ve, el contento del cristiano tiene raíces profun­das; no coincide con el mero bienestar material. Proviene en primer lugar del amor. Como dice Santo Tomás, es bien dis­tinta la alegría de quien ama una buena comida de la que goza quien acaba de enamorarse. La alegría de amar a Dios no puede compararse a nada. El amor es impulso para la espe­ranza, y nuestra esperanza es de felicidad eterna.

   No es incompatible con el dolor. El cristiano sabe darle valor sobrenatural, y también sabe encontrar en las pequeñas cosas hechas por amor la honda satisfacción del hijo que muestra su cariño a su Padre. Darse a Dios y darse a los demás; Dios paga con mucho contento esta generosidad.

J. EUGUI

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