El Papa por las calles de Madrid |
Pero, ¿que ha traído a Madrid a este gentío? Gonzalo, un joven madrileño que, a las dos de la madrugada, hacía botellón, el pasado viernes, en la Plaza de España, se hacía la misma pregunta. Con sus dos pendientes, los brazos tatuados, la cabeza rapada por los laterales y una cresta teñida de rubio, miraba a los jóvenes franceses que cantaban ¡Resucitó! al ritmo de guitarras y bongós, reían, bailaban y hablaban de Dios a los que, como Gonzalo, se habían reunido para beber y desfasar.
«Esto es la berza -él usó una expresión más tosca-. ¿Tú los has visto? ¡En mi vida he estado en otra igual! ¿De dónde ha salido esta gente? ¡Mira qué alegría, chaval! ¡Y sin beber! Estoy flipando, en serio, me-fli-pan. Vamos, ¡mañana me planto en Cuatro Vientos con estas pintas -sus amigos-! Y, además, ¡está lleno de guiris que están buenísimas!»
ALFA Y OMEGA
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