Tolstoi |
Tolstoi narra en uno de sus cuentos la historia de un zapatero que, al regresar un día a su casa, encontró a un desconocido lleno de andrajos en la puerta de una iglesia. Lo llevó consigo a su casa y su mujer le recibió con bastantes malos modos.
A medida que la mujer multiplicaba sus asperezas, el desconocido se iba haciendo cada vez más pequeño. A cada palabra dura, su rostro se arrugaba; pero cuando la mujer, compadecida al fin, le dio de comer y ropas nuevas, el desconocido empezó a crecer en tamaño y hermosura.
Explica Tolstoi que el desconocido era un ángel que había caido del Cielo y que, por eso, no podía vivir más que en una atmósfera de bondad y de amor. Lo mismo pasa con las personas: mejoran y crecen cuando se sienten apreciadas y comprendidas.
F. FDEZ. CARVAJAL, Para llegar a puerto, p. 37
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