domingo, 11 de septiembre de 2011

De la Puerta de Alcalá al Nobel de Física

Opus Dei - Jiho saluda a Benedicto XVI en la Puerta de Alcalá de Madrid, durante la Fiesta de Acogida de los jóvenes de la JMJ.
Jiho saluda a Benedicto XVI en la Puerta de Alcalá de Madrid, durante la Fiesta de Acogida de los jóvenes de la JMJ.

   Jiho Yang nació en Seúl (Corea) hace 19 años. Cruzó la Puerta de Alcalá con el Papa Benedicto XVI el pasado 18 de agosto en la JMJ. Es buen estudiante, le encanta la Física y acaba de ganar uno de los “First Step to Nobel Prize in Physics”, un premio internacional para jóvenes investigadores. En septiembre deja Madrid, donde ha vivido tres años, para comenzar la carrera de Aeronáutica en Bristol (Inglaterra). Antes de marchar, nos cuenta algunas cosas sobre la JMJ y da un consejo a los jóvenes que no tienen fe: “que sean abiertos”.

¿Cuál fue tu experiencia en la fiesta de acogida con el Santo Padre?

Era mi primera JMJ y la primera vez que veía al Papa. Fue una suerte verlo tan de cerca y quedé muy emocionado cuando empezó a saludarnos, pues hablaba con todos tranquilamente. Me da pena decir que yo tenía cosas pensadas para contarle, pero cuando llegué a él me quedé bloqueado y no le pude decir nada. Después fuimos a Cibeles. Desde el estrado se veía el inmenso público con miles de banderas; había muy buen ambiente, me encantó, fue una experiencia inolvidable. Soy consciente de que haber saludado al Papa supone para mí una responsabilidad. Estar tan cerca de él me ayudó a seguir mejor las oraciones de ese día, recuerdo que recé más seriamente que otras veces.

¿Cómo conociste el Opus Dei?

He estudiado los tres últimos años en el colegio Retamar de Madrid, que es una labor apostólica del Opus Dei. Yo era católico desde siempre, fui bautizado desde mi nacimiento en Corea; pero no conocía prácticamente nada del Opus Dei. En Retamar empecé a conocer su misión y el mensaje de San Josemaría. La gente que he conocido en el colegio son personas que ponen muchísima pasión en su trabajo y que tratan de vivir lo que dijo San Josemaría: que dedicarse al trabajo es una manera de servir a Dios. Lo hacían realmente, no eran sólo frases hechas. No decían: “esto es lo que enseñaba San Josemaría”, sino que lo hacían de verdad. Esto me impactó porque para mí era una idea nueva. Me parecía muy interesante: trabajar en tu campo y con ello servir a Dios.

¿Qué dirías a los jóvenes que están alejados de la fe?

Les diría que hay que ser abiertos. En Corea hay mucha gente que realmente no cree en Dios, aunque en teoría sea de alguna religión. También hay católicos que están bautizados pero no son muy practicantes. Eso forma una especie de cultura: la de vivir alejados de Dios. Y si alguien dice que cree en Dios, la gente no le hace caso, por la presión de ese ambiente. Por eso, me gustaría decirles que hay que ser abiertos: hay que escuchar, porque estamos intentando transmitir unas ideas, nada más. No es bueno rechazarlas sin oírlas. Y si te parece bien, puedes ir poco a poco formándote. En algún momento, si sigues, llegarás a creer en Dios y encontrarás una vida más feliz que antes.

A mí me pasó lo mismo. Yo era católico desde niño y recibí un poco de formación, pero siempre tenía dudas. Cuando leía la Biblia, había cosas que no me convencían absolutamente nada: como los milagros, etc. También me influía el ambiente, que me llevaba a no creer en Dios. Yo no era ateo, pero tenía muchísimas dudas. Desde que tuve la suerte de estudiar en Retamar, pasé poco a poco a ser un católico practicante. Me explicaban las cosas y, sobre todo, yo estaba dispuesto a escuchar. Tenía verdadero interés y pensaba: “ellos creen en Dios, ¿cómo piensan realmente?”.

Empecé a rezar un poco y a ir a Misa. Intentaba hablar con Dios y decía por dentro: “Dios: no sé si estarás ahí o no, pero me interesa la religión católica”. Y entonces sentía que Dios me escuchaba. Me encontraba muy cómodo después de haber rezado. Habrá quien me diga que estoy loco y lo comprendo, porque yo antes pensaba justamente lo mismo.

Pasa el tiempo y compruebas que Dios te cambia la vida. Dios te va variando el punto de vista y empiezas a querer ayudar a los demás. Por ejemplo, cuando encontraba gente que no tenía tanta suerte como yo, pensaba: “hay que ayudarles, porque todos somos iguales”. Esa parte de la fe me emocionó: empezar a rezar para que Dios esté con los demás, que les salve, que les ayude mucho.

Tengo todavía muy poca formación, sinceramente lo digo, pero soy feliz. Y le digo a mis amigos: “éstas son las ideas de la Iglesia Católica. Si te parecen bien, tú me lo dices y vamos a una iglesia”. Pero les añado: “tú eres mi amigo y no quiero forzarte a que seas católico practicante, sólo te cuento mi experiencia: que soy feliz. Y si te parece que estoy loco, pues… muy bien, seguiremos siendo buenos amigos. Lo que hago es aconsejarte: la decisión es tuya”.

OPUSDEI.ORG
 


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