Cárcel de Martutene |
La cruz y el ícono de la JMJ llegaron al centro penitenciario de Martutene en 2010 y allí el obispo de San Sebastián, Mons. Munilla pidió a la Pastoral Penitenciaria que organizara una peregrinación a Madrid para los reclusos que pudieran acudir. Dicho y hecho, contentos con su obispo veinte personas, entre reclusos, el capellán y otras personas vinculadas prisión como funcionarios, partieron en agosto rumbo al encuentro con el Papa un año después.
En una carta, los propios presos cuentan su experiencia de la peregrinación y sobre su obispo. En la misiva, que recoge la web de la Diócesis, los diez presos que acudieron a Madrid afirman que "expresar todo lo que sentimos es casi imposible: casi dos millones de jóvenes llenos de fe en Cristo, alegres, ilusionados, fervorosos...¡cómo acogimos al Papa, cuando se hizo presente".
En su estancia en Cuatro Vientos se sintieron libres pero ya no sólo en el aspecto físico y así lo han querido transmitir a todos los guipuzcoanos. "Algunos aprovechamos la gracia de recibir el Sacramento de la Confesión. Después a descansar para celebrar el domingo con el Papa la misa de envío del encuentro. Muchos de nosotros no pudimos conciliar el sueño por la emoción que nos embargaba...¡nos sentíamos libres! Pasamos la noche contemplando las estrellas y ‘levantando los ojos y el corazón al cielo para rezar’".
También estos reclusos de Martutene tuvieron palabras para el Papa. Los reclusos aseguran en su misiva que "resumir todo lo que nos dijo el Papa es imposible, pero en nuestro corazón resuena el eco de algunas de sus palabras: ‘decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone".
Estos presos eran conscientes de que su peregrinación a Madrid junto con su obispo era algo temporal y que la realidad les esperaba de nuevo detrás de las rejas. Sin embargo, no volvieron apesadumbrados sino que indican que "sabíamos que teníamos que retornar a Martutene pero ya no éramos los mismos, algo había cambiado en nuestras vidas para siempre: la fe en Cristo". Por ello, recuerdan las palabras de Munilla en un encuentro vocacional del Camino Neocatecumenal: "la fuerza es del Señor. Nosotros seamos instrumentos suyos, que Él lo puede todo", nos ayudaron a no decaer en nuestro ánimo al volver a la prisión y para transmitir en la cárcel lo vivido en Madrid durante esos días".
LIBERTAD DIGITAL
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