martes, 14 de abril de 2015

Dos testimonios provida... al borde de la muerte

   Una joven se niega a desconectar a su esposo en coma, al que los médicos sugirieron "dejarlo ir porque nunca despertaría", y de repente despertó meses después. Una pareja narra años después de su drama como él recuperó la conciencia "cuatro años después de haber sido desahuciado"

   Matt Davis sufrió en julio de 2011 un accidente de motocicleta que lo dejó con varios huesos rotos y una grave lesión cerebral que derivó en coma. Tenía entonces 22 años y hacía siete meses que se había casado con Danielle Josey.

   Ante la gravedad de su estado, los médicos del Memorial Medical Center, en Savannah, una ciudad del estado de Georgia, en Estados Unidos, sugirieron desconectar los aparatos que le mantenían vivo porque consideraban que el joven no tenía según ellos posibilidades de sobrevivir.


Sin embargo, su esposa sabía lo que tenía que hacer: jamás desconectaría esos aparatos que ayudaban a Matt a seguir vivo. Danielle apostó decididamente por la vida de su compañero y se dedicó completamente a cuidar de él. Tras varios meses, él despertó.




"Nunca despertaría"

“Los médicos sugirieron retirarle el soporte vital y dejarlo ir porque nunca despertaría. Yo quería darle más tiempo para ver si mejoraba. Realmente no habíamos tenido la oportunidad de empezar nuestra vida juntos, no iba a renunciar”, sostiene Danielle.

Matt permaneció en coma durante tres meses y mostraba pocos progresos. El padre de Matt había fallecido dos años antes, y su madre estaba muy enferma, así que Danielle era la única persona que podía cuidar de él, según informa Aciprensa.

Cabe recordar que, en Estados Unidos, mantener a una persona en coma en un hospital supone un enorme gasto, así que la joven decidió llevarlo al hogar que la pareja compartía.

En casa, su esposa y su suegra lo cuidaron por largos días y noches. Lo alimentaban por sonda, le daban baños de esponja, más de 20 medicamentos diarios, terapia física y lo movían cada dos horas para prevenir úlceras.

"Lo estoy tratando"

Pasados esos tres meses, de repente, "nos dimos cuenta que estaba tratando de hablar, casi como un susurro y un día dijo ‘lo estoy tratando’".

A partir de ese momento de esperanza, pasaron varios meses de intensa rehabilitación y el joven comenzó a hablar, cantar, reír, hacer bromas, comer y beber por su cuenta, ir al baño con ayuda mínima y caminar con la ayuda de un andador.

“Todavía lucha con la memoria de antes del accidente. Nuestra relación, el día de nuestra boda, todo eso se ha ido, pero su nueva memoria a corto plazo es excepcional”, sostiene Danielle.

A tres años del accidente, Matt sigue mejorando y ya no requiere medicamentos, camina con muletas y su caso ha despertado una cadena de solidaridad para seguir con su rehabilitación porque los seguros de salud no cubren estos gastos.

Como cuenta Danielle a ABC News, el despertar de Matt fue un proceso lento. Primero empezó con los ojos, luego poco a poco con el habla. "Me alegra haberme casado con ella", asegura un agradecido Matt.



El caso de Martin, desahuciado

Una segunda y conmovedora historia se ha hecho pública recientemente después de que Martin Pistorius y su mujer decidieran conceder una entrevista en Londres años después de vivir su drama personal; entrevista reproducida por el diario El Mundo (Crónica, 8 de marzo de 2015).

Según narra en la entrevista, cuatro años después de haber sido desahuciado por una extraña infección cerebral, atrapado en un cuerpo inmóvil y sin poder hablar, Martin recuperó poco a poco la consciencia y se convirtió en testigo mudo de todo lo que sucedía a su alrededor.

De hecho, nadie se percató al principio de su lento despertar. Todos estaban habituados a verle y tratarle como quien no tiene ninguna posibilidad de comunicarse: postrado todo el día con los ojos entreabiertos y en estado vegetativo.

Los médicos fueron incapaces de explicar cómo aquel chico risueño de 12 años se había convertido en cuestión de días en un niño fantasma. Todo lo que él mismo sabe es que un día regresó de la escuela a su casa en Sudáfrica con un picor en la garganta. Lentamente fue perdiendo la movilidad y al final se quedó sin voz.

De hecho, los doctores no pudieron establecer un diagnóstico definitivo, ni dieron la menor esperanza de recuperación. Su muerte, eso dijeron, era cuestión de meses.



"Escapando hacia mi interior"

De esta manera, Martin se había convertido en una carga insufrible para su propia familia, pero hasta el momento del despertar no fue realmente consciente de su impacto en la vida de los demás.

Su madre estuvo al borde del suicidio y deseó en voz alta la muerte de su hijo, que él escuchó. Sus cuidadoras del centro de día le sometieron a todo tipo de abusos.

Solo cuando apareció Virna, una aromaterapeuta que masajeaba sus brazos con aceite de mandarina, se pudo constatar que Martin había vuelto al mundo de los vivos. Algo detectó en su mirada que le hizo intuir que el niño fantasma -convertido ya en un hombre de 25 años- se percataba de todo lo que pasaba a su alrededor y que así llevaba posiblemente más de una década, aunque fuera incapaz de hacerse oír.

Entonces, lo llevaron a una clínica de comunicación "aumentativa y alternativa" y Martin pudo empezar a hablar con la ayuda de un ordenador y un sintetizador como el de su admirado Stephen Hawking.

"Era tremendamente frustrante y angustioso tener ese deseo de gritar y hacerme visible, pero no ser capaz de hablar y apenas poderme mover", relata Crónica.

"Pude soportarlo escapando hacia mi interior. Mi refugio fue mi imaginación. Y podía imaginarme todo tipo de cosas: desde convertirme en un ser muy pequeño y escalar hasta una nave espacial o que mi silla de ruedas se transformaría en un coche a lo James Bond, con cohetes y misiles. A veces imaginaba que era un conductor de F1", cuenta.

A sus 39 años, y en su segunda vida, el niño desahuciado se mueve ahora con asombrosa ligereza en su silla de ruedas, conduce su propio coche y sonríe con una paz contagiosa.

Martin trabaja cerca de Londres como diseñador de webs y está casado con el gran amor de su vida, Joanna, a quien conoció a través de internet y por quien fue capaz de dar el salto hasta Harlow, a media hora de Londres.

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