Poco tiene que ver el espíritu olímpico, basado en el esfuerzo y la superación, con el plan trazado por Marieke Vervoort, atleta paralímpica que tras participar en los Juegos de Río tiene previsto someterse a la eutanasia. Banalizada, la vida tiene muy poco valor en Bélgica, país que tolera esta práctica suicida y que permitirá a Vervoort cumplir sus deseos a la vuelta de Brasil. Más allá del ámbito deportivo, los valores que transmite el movimiento olímpico son muy distintos. Miles de atletas discapacitados, apasionados de la vida y el sacrificio, están preparados para demostrarlo.
Para Vervoort, de 37 años, ha llegado el momento de poner fin a una enfemedad degenerativa que la tiene paralizada de cintura para abajo y la obliga a ir en silla de ruedas. Es el motivo que la lleva a someterse a una eutanasia, legal en Bélgica, después de disputar los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro. Así lo ha asegurado en una entrevista al diario francés «Le Parisien».
A pesar de los dolores que le causa su enfermedad, la belga, que participa en la modalidad de carreras en silla de ruedas, consiguió tres medallas paralímpicas en Londres (un oro y dos platas) y se hizo el año pasado con el título en el Mundial de Doha.
También intentará en Río colgarse una medalla del cuello en las que serán sus últimas Paralimpiadas, independientemente de que tome o no la decisión de poner fin a su vida. En la ciudad carioca, disputará las pruebas de 100 y 400 metros, con esperanzas de metal, aunque es consciente de la dificultad.
La atleta belga tiene el deporte como una de las bases de su vida y conforme avance su enfermedad le será más difícil practicarlo, por lo que no le ve sentido a continuar luchando. Aun así, puede cambiar su opinión después de vivir una nueva experiencia paralímpica. Recemos para que Marieke recapacite y siga dando ese ejemplo extraordinario de superación.
abc.es
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