Había una vez un rey que tenía un
gran castillo en medio de la ciudad de Runipelops. Al pie de las almenas del
castillo estaba la escuela del reino a la que iban todos los niños del reino.
Al acabar la escuela todos los niños iban al interior del castillo a disfrutar
de sus instalaciones.
El rey que estaba muy contento con todas las actividades
de su reino tenía especial cariño por los niños y cada viernes esperaba tras la
cortina de su habitación ver llegar a los niños. Antes por la mañana había
preparado las mazmorras acolchándolas y ordenando todos los juegos para ellos,
pintando carteles y demás artilugios para el disfrute general. Poco a poco y
sin saber por qué el rey fue olvidado por los niños que no sabían de donde
salían tantos juegos y diversiones.
Unos
pensaban que era un castillo mágico, otros creían que como su padre era rico él
se encargaba de todo. A pesar del despiste generalizado el rey seguía
preparando cada semana el castillo para los niños
Ese
año había llegado una familia nueva al reino, el mayor de los hijos ya tenía
edad para ir al castillo y se fue para allá. Al entrar se quedo extrañado
viendo como todos los demás iban corriendo hacia un puesto de bollos.
Tiraban
las bolsas y luego pisaban las de los demás. Él dejó su cartera tranquilamente
y alucinado ante tan gran castillo preguntó a uno de los soldados. ¿ perdone,
para saludar al dueño de todo esto ?. El soldado casi se cae del susto y avisó
a todos los demás que había de guardia, entre todos le cogieron a hombros y le
llevaron a las estancias del rey dejándole ante la puerta. Llamó a la puerta y
preguntó: ¿se puede?. Pero nadie contestaba.” Pon, pon, pon “.
Torrao
ya de tanto llamar se decidió a entrar. Abrió la puerta y se encontró a un
personaje mirando por la ventana con unos prismáticos y pensando en alto: mira
ahí está Patrick, ¡qué bien se lo pasa! pero todavía no le conozco. Y así con
todos. “mira ahí está….”.
El
niño carraspeó y dijo “¡hola! soy Nestor quería decirle que estoy aquí y
que muchas gracias por todo”.
El rey se dio la vuelta y dijo: que alegría
que otro de los niños de este planeta venga a mi castillo a saludarme y a jugar
con las cosas y luego colocarlas, espero que las actividades de mi reino sean
de tu agrado, lo mejor que puedes hacer es invitar a otros niños a que vengan al
castillo para saludarme. Hasta luego niño, aquí estoy para lo que quieras,
siempre a tu disposición, TE ESPERO.
Explicar que lo más importante del lugar no es
la merienda, ni los caramelos, ni las actividades, ni el concurso de Hollywood
sino el Oratorio o capilla. Allí es donde está Dios que es el dueño de todo el colegio,la parroquia o el centro, es
el socio número uno, el mejor de los socios.
Dios
es el Señor de la casa y por eso cuando lleguemos al centro o a la iglesia lo primero que
tenemos que hacer es ir a saludar a Dios al oratorio o la capilla, Él nos está esperando
para que vayamos a saludarle igual que cuando llegamos a casa saludamos a
nuestro padre o nuestra madre por cariño o cortesía.
anecdonet.com
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