Falleció precisamente cuando llevaba sobre sus espaldas, como cada año por Semana Santa, al Santo Cristo de su devoción. Murió fulminado por un infarto en pleno esfuerzo. Casi diríamos que fue una muerte "en acto de servicio". Y en el lugar donde cayó el costalero -en la sevillana plaza de La Alfalfa- dejaron sus conciudadanos unos versos en cerámica:
Tú fuiste, Señor mi Redentor,
yo fui tu costalero.
Tú, arriba, en el madero,
yo fui tu costalero.
Tú, arriba, en el madero,
yo, abajo, por amor.
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